Opinión
[OPINIÓN] El loco de La Moneda
POR LUIS SEPÚLVEDA, ESCRITOR.
Nadie ha sido indiferente al ver el grave problema de Sebastián Piñera con sus camisas y otras prendas de vestir. Sus brazos cortos (síndrome de Rusell-Silver) lejos de provocar hilaridad causaron consternación porque, al parecer, ningún familiar o miembro de su círculo de confianza , se atrevió a sugerirle un sastre, una costurera, alguien que le acortara las mangas de las camisas evitando que sus manos desaparezcan tragadas por esos desmesurados prepucios de tela infame.
Pero al parecer nos detuvimos demasiado en el detalle de sus camisas, y no vimos en sus excentricidades, meteduras de pata y estupideces soltadas sin venir a cuento, los síntomas de un desorden mental progresivo que mezcla el síndrome de Peter Pan, esa negación de crecer y de ver la realidad, con el no menos peligroso síndrome del Barón de Münchhausen, esa obcecación por vivir en una realidad inventada pero sacándole provecho.
Y es así que hoy, cuando de su boca escuchamos que todo lo ocurrido en Chile desde el mes de octubre, con la secuela de horror que significan los muertos, los mutilados, las personas ciegas, las personas violadas y torturadas por hordas de dementes uniformados, todo eso, en realidad no ha ocurrido jamás en Chile y todo se debe una campaña desde el extranjero, destinada a socavar la paz del oasis neoliberal.
Es tal la maldad proveniente del extranjero, que en numerosas ciudades del mundo han montado escenografías que simulan calles de Santiago, de Concepción o Valparaíso, con extras que hacen de manifestantes iracundos, más otros extras que hacen de policías rabiosos, con tanto realismo en la simulación de apaleos, reventadas de ojos y quemaduras, que mucha gente engañada, el ver los videos grabados en el extranjero, cree que todo eso ha ocurrido y ocurre en Chile. Fake, fake, fake.
Y todo lo ha dicho entre los incontrolables tics o espasmos corporales que hacen de él un ser absolutamente trémulo, o a decir de sus asesores: «es un presidente sereno y trémulo», proeza muy difícil de lograr.
Oídas sus palabras, resulta de una crueldad imperdonable permitir que este hombre siga ocupando la presidencia. Su lugar no está en La Moneda sino en alguna clínica psiquiátrica, vistiendo eso sí el único modelo de camisa a juego con su personalidad.