Opinión
[OPINIÓN] Comida y mandatos sociales: La culpa de comer
Por @psicologocano – José Luis Diaz.
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En nuestra cultura de lo instantáneo la alimentación también se ve afectada, el romanticismo de la abuela y sus postres hoy pasaron a ser pieza de museo, siendo reemplazados por formulas instantáneas que lamentablemente poco aportan al desarrollo de una dieta equilibrada y balanceada.
Lo anterior no solo por la variedad que ha experimentado las últimas décadas, sino también como nos hemos relacionado con ella. Pasando a ser parte de toda festividad, celebración, conmemoración, etc. Hoy no se puede pensar un espacio social sin un plato de comida o algo para “picar”.
En la actualidad es muy difícil pensar en un encuentro sin que la comida esté presente. Nuestra relación con la comida no está alejada de algunos mitos y supuestos, a lo cual se agregan mandatos sociales que resuenan constantemente en nuestra cabeza.
Estas frases o mandatos, pueden parecer cosas de niños, sin embargo son la puerta que abrirá nuestra relación con la comida, si obsérvanos en las breves frases que a continuación relatare, en muchas de ellas la culpa se internaliza, dejando un vinculo de “ amor y odio” con eso tan necesario para nuestra supervivencia y desarrollo.
Recordemos las siguientes frases;
«No notes el pan, es el cuerpo de Dios»
Este es uno de los mensajes más antiguo que se nos envía, sobre todo en las familias cristianas, posiblemente hoy ya no lo escuchamos, sin embargo, si lo conversamos con nuestros abuelos te confirmarán la frase.
Acá se puede leer entre líneas como la comida pasa a ser parte de » algo sagrado» en donde la inquisición puede golpear tu puerta por el uso del cuerpo divino, dejándote como un pecador. En esta frase vemos como se instala la culpa desde pequeño en base a la comida.
«Te comes todo, hay muchos niños que no tienen para comer»
Nuevamente la culpa al rechazar la comida se instala, la frase es clara en hacernos ver que comer es un privilegio que otros no tienen por lo tanto » nos debemos sentir afortunados, evidenciando matices de placer al comer frente a los que no tienen esa posibilidad.
Llama la atención que está frase pueda ser la primera escuchada que instala a la comida como un espacio de privilegio, al cual podemos recurrir cuando queramos complacernos.
«Te comes todo, no te paras de la mesa hasta que termines de comer»
Se observa la claridad de la frase con la cual posteriormente comenzamos a funcionar en nuestra vida, «comer todo» transformando nos en agentes devoradores de la sociedad.
Una sociedad que usa y abusa de la necesidad de devorar para satisfacer los mandatos y supuestos de infancia.
Por otra parte, en una etapa más adulta comenzamos a asignarle a la comida otros efectos, los cuales terminan siendo muchas veces mitos o parte de la cultura.
El alimento como afrodisíaco o estimulante de la vida sexual, esto es más común de lo que pensamos y cruza la barrera de Occidente, al parecer es una creencia mundial, en donde cada país, cultura o sociedad tiene sus propios afrodisíacos locales.
En Chile los que más se acercan a esta fantasía son los productos del mar, alimento que pocas veces están en nuestros platos.
Todos sueñas con tener un buen rendimiento sexual después de un plato de «locos» o un deleite de «yodo» la verdad que muchas veces este encuentro se acerca más a una reponedora siesta o descanso más que un desempeño sexual de héroe.
El alcohol, se recomienda para tener más personalidad la frase típica; «te colocas más canchero» puede ser la más utilizada, terminando el » canchero» con una lengua traposa y dormido, sin ninguna personalidad, como le prometía el aviso publicitario o el incentivo de amigos que levantaba el grito machista.
Observar estos mandatos y no ver su relación en la sociedad actual puede impedirnos de pensar en los importantes problemas que hoy vivimos.
Obesidad, alcoholismo, tabaquismo, pueden ser en parte explicados por estos mandatos que operan en nuestro inconsciente.
Ejemplo cambiar la frase a «te bebes todo porque muchos no pueden beber», «el cigarro no se bota». Pocas veces le damos la importancia a los mandatos infantiles que recibimos y que posteriormente se transforman en modelos de vida que nos llevan a sobrevivir.
La sociedad ha cambiado, de eso no cabe duda, la nutrición de los 70 en Chile y gran parte de Latinoamérica es distinta, es lamentable que no hagamos seguimiento a los cambios y nos mantengamos con fórmulas antiguas, supuesto que se caen entre si y que no entregan respuestas y herramientas para el adecuado abordaje de la salud en todo su ámbito.
Desde mi perspectiva profesional y con años de trabajo en psicología, puedo señalar que mientras no apuntamos a romper estos mandatos cristalizados en el inconsciente de cada persona, dietas y otras alternativas serán camino al fracaso.
Ya que no apuntan al fondo sino a la forma y ahí esta lo riesgoso.
La gran mayoría de las dietas trabajan bajo la restricción de la alimentación, pocos nutricionistas o nutriólogos consideran un equipo multidisciplinario en la intervención.
Y desde ahí, comienzan a generar personas en un desfile de dietas, algunas incluso que atentan contra su propia vida, todas ofrecen el éxito y si no es logrado se debe a la » culpa del paciente o cliente » esta última cae cómodamente en la culpa de infancia y pocos revisan sus métodos. ¿Serán los adecuados? para cada paciente. Acá no se trata de entregar una fórmula única, mi sugerencia es que este proceso recoja al paciente, persona u/o usuario desde sus primeros acercamientos con la comida.