Opinión
Opinión por Dino Pancani: ¡NO más discursos de odio!
Por Dino Pancani;
Director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
El artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, consagrada en la Carta de la Organización de Estados Americanos, OEA, prohíbe la apología al odio y la discriminación, sugiriendo sanciones que no sean incompatibles con el derecho a la libertad de expresión.
Inició esta columna con la cita de una de las convenciones internacionales que Chile ha suscrito, los cuales condenan los discursos que contravienen los valores de la tolerancia, el respeto, y la solidaridad, que deben caracterizar a un Estado democrático.
Sin embargo, en nuestro país, los discursos de odio, discriminación y hostilidad no se identifican socialmente y no hay leyes que expresamente castiguen este comportamiento de personas y/o medios de comunicación, primando la idea de que la manera de combatir este discurso es mediante la educación, la lucha de las ideas, desconociéndose que existe una maquinaria comunicacional que promueve una disputa asimétrica: las víctimas no tienen la misma cobertura que los victimarios que gozan de estatus y poder.
El periódico El Mercurio publicó el domingo pasado un reportaje que detalla la vida de Hermann Göring, fundador de la Gestapo, sucesor de Adolfo Hitler, reconocido criminal de lesa humanidad. Amparándose en la libertad de expresión el diario hizo una apología al nazismo, a través de una página removió los dolores de las víctimas del nazismo y también los tormentos de quienes padecieron el actuar de sujetos como Göring que, junto a El Mercurio, en dictadura eran gobierno.
No tengo ninguna duda que la conmoción que causó la publicación de El Mercurio permite afianzar la condena al nazismo y la fraternidad hacia las víctimas, no obstante, es curioso que la condena manifestada por la derecha política, sumida en un trance electoral, no se exprese en la penalización de los “Göring” chilenos, cabe recordar que el candidato de la derecha chilena, José Antonio Kast, después de una de sus visitas a Punta Peuco, señaló: “Conozco a Miguel Krassnoff y viéndolo no creo todas las cosas que se dicen de él”, desconociendo la verdad jurídica que lo inculpa a más 700 años de cárcel por numerosos delitos de torturas, secuestro y homicidio.
Hay diversas/os autoras/es que coinciden en que para castigar un discurso de odio, quien lo pronuncia debe tener conciencia de los efectos que generarán sus declaraciones y en el caso de Kast hay una cierta desfachatez en la narración de los hechos que involucran a su familia, me refiero a sus vinculaciones en el denominado caso Paine, en donde 70 personas de localidades como Pintué, El Escorial, Chada, Culitrín y Hospital, fueron asesinadas y algunas permanecen desaparecidas, así lo determinan investigaciones judiciales y periodísticas.
Silvia Vargas Barrientos, hermana del detenido desaparecido Pedro Vargas Barrientos, a través de una misiva, denuncia el estrecho vínculo de la familia Kast con los carabineros de la Subcomisaria de Paine, la participación de un hermano de José Antonio en los patrullajes de civiles y el abastecimiento de carne para los asados de los carabineros, mientras torturaban a los detenidos. La respuesta de Kast es la mofa, el ocultamiento, la tergiversación del accionar de su familia, la negación de los hechos.
Hoy un medio de comunicación quiere normalizar su discurso de odio, la verdad se trata de ocultar con mentiras e injurias a las víctimas, los derechos humanos se “manosean” por quienes los violaron ayer y hoy, y un candidato pretende conducir el país en base a la intolerancia y la represión; hoy, como ayer, es fundamental penalizar los discursos de odio, relevando de manera clara, precisa y acotada los principios antidemocráticos que los sustentan.
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