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Hambre Física (1)

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¿Cómo distinguir el hambre emocional del “hambre física”?

¿Alguna vez has experimentado una fuerte necesidad de comer, incluso cuando sabes que no tienes hambre física real? Esto se conoce como hambre emocional, y es una forma de comer que no se relaciona con la necesidad de nutrir el cuerpo, sino que surge como una respuesta a emociones y sentimientos incómodos. El hambre emocional es más común de lo que crees y puede tener repercusiones graves en tu vida. En este blog, exploraremos en qué consiste el hambre emocional, sus características, sus causas y consecuencias, y cómo se puede abordar en terapia.

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¿En qué consiste el hambre emocional?

 

Desde Adipa, plataforma de aprendizaje online, nos explicaron que el hambre emocional es una forma de comer que no se relaciona con la necesidad física de alimento, sino que es una respuesta emocional. Consiste en comer para sentirse mejor emocionalmente, en lugar de comer para nutrir el cuerpo. El hambre emocional puede surgir como resultado de una amplia variedad de emociones, como el aburrimiento, el estrés, la ansiedad, la tristeza o la soledad.

 

Las características del hambre emocional son variadas, pero algunas de las más comunes son: comer en exceso, comer rápidamente, comer en secreto, sentir una necesidad urgente de comer, no sentir hambre física real, y buscar alimentos específicos para satisfacer ciertas emociones. Por ejemplo, si te sientes triste, podrías sentir la necesidad de comer alimentos ricos en carbohidratos como el chocolate o las galletas para sentirte mejor.

 

¿Qué provoca el atracón por hambre emocional?

 

Para poder reconocer el hambre emocional, es necesario que los profesionales de la salud mental cuenten con las herramientas necesarias para detectarlo, por ejemplo, en ADIPA podrán encontrar una serie de cursos de psicología ligados a la temática.

 

En cuanto al hambre emocional puede ser desencadenada por una amplia variedad de factores, pero generalmente se relaciona con la falta de habilidades para manejar las emociones. Muchas personas utilizan la comida como una forma de distraerse o reprimir las emociones negativas en lugar de afrontarlas. Además, el hambre emocional puede ser desencadenada por el estrés, la ansiedad y otros problemas de salud mental.

 

¿Qué repercusiones tiene para la vida el hambre emocional?

El hambre emocional puede tener repercusiones graves para la salud y la calidad de vida. En primer lugar, el consumo excesivo de alimentos no saludables puede llevar a un aumento de peso y, a largo plazo, a problemas de salud como enfermedades cardiovasculares, diabetes y problemas de articulaciones. Además, el hambre emocional también puede afectar negativamente la autoestima y la autoimagen, aumentando el riesgo de trastornos alimentarios.

 

¿Cuándo el hambre emocional se vuelve un trastorno de la conducta alimentaria?

El hambre emocional puede convertirse en un trastorno de la conducta alimentaria cuando se vuelve excesivo y se utiliza como la única forma de manejar las emociones. Los trastornos alimentarios como la bulimia y la anorexia pueden surgir como resultado de la incapacidad de manejar las emociones sin recurrir a la comida.

Es importante buscar ayuda en relación al hambre emocional cuando la persona siente que su alimentación se está viendo afectada negativamente por factores emocionales, como la ansiedad, el estrés, la tristeza, el aburrimiento, la soledad, etc.

 

Si la persona tiene dificultades para controlar la cantidad o el tipo de alimentos que consume, o si se siente atrapada en un ciclo de comer emocionalmente para aliviar sentimientos incómodos, entonces es posible que necesite ayuda de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o un terapeuta. La ayuda también puede ser necesaria si la persona experimenta sentimientos de culpa, vergüenza o autoestima baja relacionados con su alimentación.

 

 

¿Cómo se puede trabajar en terapia el hambre emocional?

 

En terapia, se pueden utilizar diferentes enfoques para ayudar a la persona a comprender y manejar su hambre emocional. Algunas posibles estrategias incluyen:

 

  • Explorar las emociones subyacentes: La terapia puede ayudar a la persona a identificar las emociones que están impulsando su hambre emocional. Al comprender mejor sus sentimientos, la persona puede desarrollar estrategias más saludables para hacer frente a ellos.
  • Enseñar técnicas de relajación y mindfulness: Las técnicas de relajación y mindfulness pueden ayudar a la persona a reducir su ansiedad y estrés, lo que puede disminuir la probabilidad de recurrir a la comida para calmar sus emociones.
  • Fomentar la autoaceptación y la compasión: La terapia puede ayudar a la persona a aceptarse a sí misma y a sus emociones, lo que puede disminuir la necesidad de buscar consuelo en la comida. También se pueden enseñar técnicas de autocompasión para ayudar a la persona a manejar mejor los sentimientos difíciles.
  • Desarrollar un plan de alimentación saludable: En algunos casos, la persona puede necesitar orientación sobre cómo comer de manera más saludable para satisfacer sus necesidades nutricionales sin recurrir a la comida como medio de consuelo.
  • Fomentar la actividad física: El ejercicio regular puede ayudar a la persona a reducir el estrés y mejorar su estado de ánimo, lo que puede disminuir la necesidad de buscar consuelo en la comida.

 

Estas son solo algunas de las posibles estrategias que se pueden utilizar en terapia para abordar el hambre emocional. Cada persona es única y la terapia se adapta a sus necesidades individuales.

 

En resumen, la prevención del hambre emocional puede tener un impacto positivo en la salud física y mental, reducir el estrés y mejorar la calidad de vida de las personas. Es importante promover la conciencia y la educación sobre el hambre emocional y cómo manejarla de manera saludable.

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